miércoles, 17 de enero de 2007

Reminisencias de los brujos...

Es una princesita anciana que toma té y mira por la ventana la hermosa y fría sierra de Madrid. Recuerda sus trajes de bailarina, recuerda las manos grandes del general cuando la abrazaban, recuerda las cartas marcadas de ese brujo oficial que se llamó José López Rega. Isabelita Perón, con esa magia sin igual que tienen los que Dios les regaló una cara de no haber hecho nada, los que el destino los puso en un lugar de títere frágil, se encuentra ante la situación de esos tantos viejos ex mandatarios que, alrededor del mundo, intentan pasar desapercibidos. Nunca quiso, nuca supo, ni en la más remota de sus imaginaciones soñó con la presidencia de su país, pero su destino la llevaría al balcón de una casa rosada con el olor todavía vivo de Perón. No fue buena, ni fue mala, fue útil. Detrás de ella siempre José López Rega (la imagen es literal, sino fijarse en las fotos de archivo: él siempre allí) y la cúpula impresentable que suele generar la política argentina. La contundencia con la que el gobierno de Kirchner ha salido a defender los derechos humanos muestra en la acción contra María Isabel Martínez de Perón, uno de sus coletazos más espectaculares. Por la defensa de una causa perdida (es investigada por la desaparición en febrero de 1976 del militante de la juventud peronista Héctor Fagetti), por la necesidad o voluntad de extradición, y por la envergadura presidencial del personaje en cuestión. “Es bueno revisar la violencia estatal descargada sobre el pueblo desde mucho antes de la dictadura”, alegan desde el centro de Estudios legales y Sociales, en Buenos Aires. Es bueno, es necesario, es fundamental construir una nueva Argentina en el que los nuevos funcionarios vean muy claramente cómo actuará la justicia si ellos delinquen. Luego de casi treinta años en España el té de las tardes se ha empozoñado, el pasado siempre vuelve, la tarde cae cada vez más fría para la princesita anciana.